sábado, 25 de febrero de 2012

Sexo en el matrimonio...hasta cuando?

Hablemos de Bioética…

Sexo en el matrimonio…hasta cuándo?

Por Pbro. Lic. Alejandro de J. Álvarez Gallegos


“La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte”[1].
            La relación conyugal consiste en amor y placer, expresados de múltiples maneras que enriquecen la dignidad y la convivencia de los esposos. Aunque el placer sexual faltara por alguna circunstancia de la vida, el amor conyugal es imprescindible.
            “Los actos con que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud”[2].
            “La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos es un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento. Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio y el porvenir de la familia”[3].
El placer sexual que suele acompañar al acto conyugal, propio y exclusivo de los esposos, realizado en la castidad y acompañado por el amor fiel y activo, conduce al gozo pleno de la pareja humana y de la familia. En la Biblia no existe el más leve indicio de que el placer, en cuanto tal, cuando resulta de una actuación sexual ordenada, estable, entre varón y mujer, pudiera ser malo o peligroso. En cambio, existen muchísimas llamadas de atención contra la búsqueda del placer en una vida sexual desordenada (por ejemplo, Gál 5,16)[4].
            La promesa Divina “serán una sola carne” y la expresión de Adán frente a su compañera: “esta es carne de mi carne y hueso de mis huesos” (Gn 2,24), aunque no suprime la unión en el espíritu, sino que la complementa, lleva consigo el valor del atractivo natural entre el hombre y la mujer, y declara también la noble y razonable tendencia hacia la satisfacción máxima -que se da, en el plano físico, en el orgasmo, coito o clímax sexual- en el acto conyugal[5].

            Los padres de la Iglesia, ante el mundo extremadamente sensual, sintieron la necesidad de advertir contra los excesos del placer sexual, señalando discreta e indirectamente su significado y valor en el matrimonio[6].

La relación conyugal no puede ser presentada como amor sin placer[7]. El placer sexual del acto conyugal, propio y exclusivo de los esposos, realizado en la castidad conyugal, expresa la dignidad y nobleza del uso del sexo, que, acompañado por el amor fiel y activo, conduce al gozo pleno. La referencia al “débito” u obligación conyugal -es decir, la aceptación del acto conyugal, cuando lo solicite alguna de las partes- señala que la comunión de amor de los cónyuges, en el plano físico tiene su expresión máxima en la relación genital[8].

            Cuando los esposos celebran su amor delante de Dios, tienen el derecho de reafirmar la alianza de amor en su unión corporal. El verdadero amor de los esposos no es sólo gozo puramente espiritual, sino también del cuerpo[9].

            De cualquier modo, amor sin placer, conserva la validez del consentimiento, si hay mutuo acuerdo de vivir “como hermano y hermana”, es decir, sin el trato sexual. En cambio, cuando se trata de placer sin amor -desde luego, fuera del matrimonio, pero también en la unión carnal de los mismos cónyuges-, significa desorden, por preferir a la creatura más que a Dios, y el grave daño a sí mismo y prójimo.

            El hombre en su condición actual, necesita la valentía de resistir a la tentación de buscar el placer por el placer. La excesiva exposición a la genitalidad, nacida de la carencia de respeto mutuo y de responsabilidad, priva al uso del sexo de su significado y lo convierte en fuente de tristeza, confusión y superficialidad. Por el contrario, la templanza o autodominio, que nace de la armonía y fuerza del amor, producen placer genuino, gozo del cuerpo y del espíritu, aunque exija alguna renuncia y sacrificio por amor.


[1] Ibídem, n 11.
[2] CONCILIO VATICANO II, Constitución Gaudium et spes, n 49.
[3] CATECISMO de la IGLESIA CATOLICA, Roma 11 octubre 1992, nn 2360-2363.
[4] Cf Manuel Villegas, Placer, en: Diccionario enciclopédico de teología moral, Ediciones Paulinas, Madrid 1980, pp 1447-1454.
[5] Cf Salomón RAHAIM, Sexo, uso y abuso, Guadalajara, Jal., México 1990, p 147
[6] Al respecto, hay que subrayar -Contra la actitud de Orígenes- que el ascetismo  (espíritu de renuncia y sacrificio) es auténtico cuando está al servicio del amor, pero no lo es cuando se duda de la bondad de los dones de Dios o se desprecian tales dones.
[7] Al respecto, cabe mencionar que los maniqueos, contradiciendo la doctrina moral cristiana, consideraban que lo espiritual viene de Dios y todo lo material es obra del  maligno. Por tanto, radicalmente condena el placer sexual y la sexualidad misma. Desde entonces su postura resultaba errónea e injusta con numerosas parejas que vivían dignamente su unión conyugal con amor y gozo genuino.
[8] Cf CONGR. para la EDUCACION CATOLICA, Orientaciones educativas sobre el amor humano, Roma 1 nov 1983,  n 5.
[9] Cf Karol WOJTYLA, Amor y responsabilidad, BAC, Madrid 1979. Véase también: Bernhard HÄRING, Libertad y fidelidad en Cristo II, Editorial Herder, Barcelona 1982, p 534.

lunes, 20 de febrero de 2012

Origen de la Bioética

Origen de la Bioética: Podríamos encontrar el origen de la Bioética en el libro de Giuseppe Antonelli, escrito en 1891 y que titulaba "Medicina Pastoralis in usum Confessariorum". En el siglo XX aparecen muchas Deontologías médicas, y no cabe duda que Pío XII con todos sus discursos a los médicos, es un precursor de la moderna Bioética.  El que empieza a tratar cuestiones de Bioética desde un punto de vista subjetivo es J. Fletcher que en 1954 publica su libro "Moral and Medicine". La novedad de este libro es que en lugar de seguir el método tradicional de acuerdo al cual los mandamientos de la ley de Dios daban la pauta para actuar, ahora él habla más bien de los derechos humanos sacando conclusiones contrarias a los mandamientos, por ejemplo, diciendo que se tiene derecho a controlar los nacimientos, por tanto se legitiman los anticonceptivos. Tiene como principio que no se puede ver en los acontecimientos la norma o voluntad de Dios, y que por tanto cada quien proceda como crea conveniente.
Algunos ponen el origen de la Bioética todavía antes, en el proceso de Nuremberg, 1947, cuando se condena a los criminales nazis por los experimentos genéticos. Otros piensan que empezó propiamente cuando se puso sobre el tapete el problema de los primeros trasplantes y de la donación previa de órganos, especialmente cuando el trasplante de corazón hecho por el Dr. Barnard en diciembre de 1967. Para otros, cuando se comienza a discutir sobre los problemas del recién descubierto DNA por  P. Berg, en 1971.

viernes, 17 de febrero de 2012


HABLEMOS DE BIOETICA.....quiere ser un espacio de reflexión acerca de la BIOETICA, esta nueva ciencia que data en su origen en los años de 1970, con Potter un oncólogo que descubrió la importancia de armonizar los valores con la medicina.

Obviamente en mas de 30 años esta ciencia ha evolucionado y hoy por hoy tenemos grandes aportaciones de verdaderos expertos y estudiosos. 
Esta página humildemente quiere ser la colaboración a la difusión de quien gusta del estudio de la ética y Moral de la Vida humana.

sus aportaciones y sugerencias harán de esta página un espacio de auténtico diálogo y fraternidad.