viernes, 1 de junio de 2012

Continuación Educar a los niños en la Sexualidad....PARTE II


Hablemos de Bioética…
Continuación….
Educar al niño en la sexualidad Parte II
Pre-adolescencia (aproximadamente desde los 9 a los 11 años)
En esta edad los niños gustan de la camaradería con otros de su mismo sexo y tienen una enorme energía y capacidad de actividad, que resulta agotador para los adultos. Existe además, un antagonismo entre los sexos que alcanza su punto máximo alrededor de los diez años. Los niños “desprecian” y se ríen de las niñas y ellas los consideran “salvajes” e “incivilizados”. En general a esta edad se mantienen separados por propia iniciativa y les desagradarán las actividades en que los junten, especialmente a los niños, que poseen ya mucha más fuerza física y tienden a realizar juegos más bruscos y que se sienten oprimidos cuando se les pide más suavidad porque “hay niñas también”.
Algunos niños y principalmente algunas niñas, pueden llegar a la pubertad a los 11 años o antes. Es bueno que ya sepan lo que esto significa aunque sin sobredimensionarlo.
En esta edad los niños ya tienen conciencia clara de lo que está mal, aunque a veces creen que son faltas graves cosas que ni remotamente lo son. Los padres y educadores deben continuar trabajando en la formación de la conciencia y voluntad de los niños, en la generosidad y preocupación por los demás. Además es una excelente edad para interesar a los niños en deportes y actividades que los lleven a utilizar la enorme energía que tienen, siendo además un medio muy bueno para colaborar en la formación de la voluntad y de la capacidad de sacrificio: si deseas ser bueno en los deportes debes entrenar y sacrificarte.
En esta edad suelen presentarse períodos de ambivalencia. Los niños pasan de la mayor obediencia y docilidad a la rebelión absoluta. Está comenzando a autoafirmarse y formar su propio carácter. La conciencia empieza a construir un sistema de valores más personal. Es muy importante la compañía, la proximidad y el testimonio de los adultos alrededor de los niños. Si no hay coherencia o las palabras no se corresponden con las experiencias, el niño estará confuso y no sabrá cómo reaccionar, o simplemente creerá que todos son así y, por lo tanto, es posible decir una cosa y hacer otra; hacer una cosa un día y al siguiente distinto según me convenga o me “dé la gana”.
Los padres tienen la difícil tarea de encontrar el justo equilibrio entre libertad y autoridad, evitando los excesos de abandono, dejadez, afecto y sobreprotección y autoridad. Los niños a esta edad necesitan que se les marquen límites y se les den pautas, pero también que se les permita responsabilizarse y hacer elecciones. Hay que ir poco a poco. Se puede comenzar permitiéndole escoger qué ropa desea ponerse, las primeras veces puede ser recomendable ofrecerle opciones: el pantalón azul o el marrón; luego, cuando se sienta más seguro y tenga algunos parámetros de estética podemos dejarlo escoger libremente. O tal vez sea el postre, el juego o el lugar de paseo.
Y por otro lado ya es posible darle responsabilidades. Ya desde pequeños (cuatro o cinco años) los niños desean “contentar” a sus mamás con pequeños servicios, que tal vez no hagan tan bien como ellas, pero es bueno dejarlos porque así aprenden a compartir el trabajo. Al alcanzar esta edad ya pueden responsabilizarse por alguna función en casa: alimentar al perro, sacarlo a pasear, sacar la basura, secar los platos, poner la mesa el domingo, etc. Siempre adecuado a su capacidad y habilidad.
No quedan dudas que esta es la etapa en la que más abiertamente hay que comenzar a tratar con ellos los temas relacionados con la sexualidad, la procreación, etc. El momento exacto y más adecuado deben distinguirlo los padres, pues de ellos es la responsabilidad, ya que son los que mejor pueden explicarlo a su hijo. La escuela puede colaborar, pero respetando el papel principal que la familia debe realizar.
Ya desde los 10 años (incluso antes) las niñas comienzan a preocuparse con el tema de “ser mujer”, las relaciones con los varones, llegar a ser madres, la virginidad. Es muy importante que la mamá se haya convertido en su amiga y confidente, que sea ella la que le dé las informaciones, las respuestas y la ayude a formar el corazón y los sentimientos para madurar correctamente. Lamentablemente hoy, pocas mamás se consideran preparadas y creen que deben dejarlo todo en manos del colegio.
A esta edad las niñas pueden comprender perfectamente todo lo relacionado con su sexualidad y sienten curiosidad porque están experimentando los cambios en su cuerpo. Tendrán compañeras o amigas o primas que ya han llegado a la pubertad, algunas que tienen novio o verán las parejas en el colegio y en los lugares de entretención. Hay que hablar con ellas, explicarles todo con un lenguaje a su alcance pero correcto, no creer que “eso ni se le ocurre” y menos aún “ya lo sabe todo”. Nunca será bastante lo que se haga para educar en el verdadero amor, en el valor de la castidad y virginidad como señal de respeto a sí misma y de amor hacia aquella persona con la que se unirá en matrimonio.
A las madres y educadoras o formadoras, puede servirles para iniciar el tema, dar una charla a un grupo pequeño sobre los cambios físicos y fisiológicos que se viven en esta etapa y dejar la puerta abierta a responder dudas personales cuando lo necesiten. Siempre hay que superar lo puramente fisiológico o biológico; en toda respuesta, en toda conversación hay que llevar hacia la formación del corazón, de sus afectos y de la valoración y respeto de su cuerpo y corazón.
Objetivos de la educación sexual en esta edad:
  • promover el desarrollo armónico e integral de la persona como valor en sí mismo, aceptando su propia sexualidad
  • favorecer una actitud abierta hacia los demás frente a las tendencias del egocentrismo y aislamiento, dado que aceptar y vivir la sexualidad plenamente es reconocer a nuestro ser como ser en relación y apertura al otro
  • favorecer el respeto a la dignidad humana del varón y de la mujer, con el reconocimiento de la igualdad de derechos en el orden político, económico y legal, tanto en la familia como en la sociedad
  • promover el conocimiento de los procesos físicos, psicológicos, sociales y éticos relacionados con la sexualidad
  • conocimiento de los abusos y desviaciones como protección contra los mismos
  • ayudar a eliminar temores y angustias relacionados con el desarrollo y ajuste de lo sexual, preparándolo así a la llegada de la pubertad
  • lograr una educación que cree confianza, educación no sólo sexual, sino general, que ayude al niño a inclinar su naturaleza hacia el bien
  • promover el sentido de responsabilidad en la realización personal de la propia sexualidad, en sus dimensiones personal y comunitaria
  • acompañar al niño en esta etapa para que pueda establecer y mantener el orden de valores y evite la concentración en la esfera sexual, éste es el momento, porque una vez que el niño entra en la pubertad experimentará con mucha fuerza sentimental su sexualidad, y le será más difícil ser objetivo y abrirse a confidencias con los padres
  • llevarlo a hacer una opción de vida en la que la pureza y la decisión de vivir su sexualidad adecuada e integralmente vaya siendo hecha por el niño o pre-púber de forma personal y por auto-convicción
  • continuar con la formación de valores religiosos, morales y humanos, son la base sobre la cual es posible construir el edificio de una personalidad integrada con su sexualidad de forma natural y sana
Algunas consideraciones:
  • los niños deben ir conociendo su sexualidad poco a poco hasta su pleno descubrimiento en la adolescencia
  • la familia es el principal educador de los niños en la sexualidad, y en ella, los padres.
  • la educación sexual debe insertarse en orden a una completa formación moral de los niños y jóvenes, buscando formar una actitud sana hacia la sexualidad humana, basada en el respeto a la dignidad de la persona, en la virtud de la castidad y en la práctica de la autodisciplina.
  • en la familia, la educación sexual no necesita programarse; debe hablarse de ella en el momento adecuado, siendo la enseñanza ocasional en muchas ocasiones la más eficaz
  • la base de la educación sexual exitosa en la familia es la relación de confianza entre padres e hijos. Si los niños y adolescentes se sienten libres para presentar sus dudas a los adultos y saben que recibirán atención y una respuesta verdadera, siempre acudirán y buscarán en ellos la información necesaria
  • una estructura familiar sana es uno de los mejores maestros de sexualidad para los niños y los adolescentes
  • los educadores deben colaborar con los padres, intentando involucrarlos en los programas que se siguen en la escuela
  • maestros y padres enseñan más por el testimonio y ejemplo que por las palabras
Medios que pueden utilizar padres y formadores:
  • en las conversaciones utilizar términos correctos, sin convertirla en una disertación científica.
  • unir sexualidad y afectividad: el amor entre un hombre y una mujer es el fundamento y razón de la vivencia de la sexualidad en el matrimonio
  • tratar al final de la etapa, principalmente con las niñas los temas de la virginidad, la homosexualidad, las relaciones pre-matrimoniales; sin detalle, sino desde el punto de vista de la vivencia del verdadero amor (hay personas que no han aprendido, porque no se les explicó, que la vivencia de la sexualidad verdadera, necesita esperar a la persona con la que unirá su vida para formar una familia, que es verdadero amor el que sabe esperar y respetar al otro y el que no busca satisfacer el propio egoísmo sino darse a los demás, etc. Ideas como estas van calando en la mente y el corazón de los niños y, aunque después se alejen o se dificulte el diálogo, están ahí y saldrán en los momentos adecuados)
  • es importante reforzar el mensaje sobre la necesidad de vivir el pudor y el cuidado del propio cuerpo y la propia intimidad. En general lo que ven en la publicidad y en los lugares públicos se opone a esto, es importante ir ayudando a los niños a crear su propia opinión y decisión, y no dejarse llevar por el ambiente. Por esto es tan importante ayudar a los niños a formar correctamente su conciencia.
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1 Madurez y sexualidad. Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 72 y ss.
2 Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales. Una respuesta pastoral. Consejo Pontificio para las comunicaciones sociales, 9 – V – 1989, n.24. (Citado en Madurez y sexualidad. Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 85)

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