Hablemos de Bioética…
Continuación….
Educar
al niño en la sexualidad Parte II
Pre-adolescencia
(aproximadamente desde los 9 a los 11 años)
En esta edad los niños
gustan de la camaradería con otros de su mismo sexo y tienen una enorme energía
y capacidad de actividad, que resulta agotador para los adultos. Existe además,
un antagonismo entre los sexos que alcanza su punto máximo alrededor de los
diez años. Los niños “desprecian” y se ríen de las niñas y ellas los consideran
“salvajes” e “incivilizados”. En general a esta edad se mantienen separados por
propia iniciativa y les desagradarán las actividades en que los junten,
especialmente a los niños, que poseen ya mucha más fuerza física y tienden a
realizar juegos más bruscos y que se sienten oprimidos cuando se les pide más
suavidad porque “hay niñas también”.
Algunos niños y
principalmente algunas niñas, pueden llegar a la pubertad a los 11 años o
antes. Es bueno que ya sepan lo que esto significa aunque sin
sobredimensionarlo.
En esta edad los niños
ya tienen conciencia clara de lo que está mal, aunque a veces creen que son
faltas graves cosas que ni remotamente lo son. Los padres y educadores deben
continuar trabajando en la formación de la conciencia y voluntad de los niños,
en la generosidad y preocupación por los demás. Además es una excelente edad
para interesar a los niños en deportes y actividades que los lleven a utilizar
la enorme energía que tienen, siendo además un medio muy bueno para colaborar
en la formación de la voluntad y de la capacidad de sacrificio: si deseas ser
bueno en los deportes debes entrenar y sacrificarte.
En esta edad suelen
presentarse períodos de ambivalencia. Los niños pasan de la mayor obediencia y
docilidad a la rebelión absoluta. Está comenzando a autoafirmarse y formar su
propio carácter. La conciencia empieza a construir un sistema de valores más
personal. Es muy importante la compañía, la proximidad y el testimonio de los
adultos alrededor de los niños. Si no hay coherencia o las palabras no se
corresponden con las experiencias, el niño estará confuso y no sabrá cómo
reaccionar, o simplemente creerá que todos son así y, por lo tanto, es posible
decir una cosa y hacer otra; hacer una cosa un día y al siguiente distinto
según me convenga o me “dé la gana”.
Los padres tienen la
difícil tarea de encontrar el justo equilibrio entre libertad y autoridad,
evitando los excesos de abandono, dejadez, afecto y sobreprotección y
autoridad. Los niños a esta edad necesitan que se les marquen límites y se les
den pautas, pero también que se les permita responsabilizarse y hacer
elecciones. Hay que ir poco a poco. Se puede comenzar permitiéndole escoger qué
ropa desea ponerse, las primeras veces puede ser recomendable ofrecerle
opciones: el pantalón azul o el marrón; luego, cuando se sienta más seguro y
tenga algunos parámetros de estética podemos dejarlo escoger libremente. O tal
vez sea el postre, el juego o el lugar de paseo.
Y por otro lado ya es
posible darle responsabilidades. Ya desde pequeños (cuatro o cinco años) los
niños desean “contentar” a sus mamás con pequeños servicios, que tal vez no
hagan tan bien como ellas, pero es bueno dejarlos porque así aprenden a
compartir el trabajo. Al alcanzar esta edad ya pueden responsabilizarse por
alguna función en casa: alimentar al perro, sacarlo a pasear, sacar la basura,
secar los platos, poner la mesa el domingo, etc. Siempre adecuado a su
capacidad y habilidad.
No quedan dudas que
esta es la etapa en la que más abiertamente hay que comenzar a tratar con ellos
los temas relacionados con la sexualidad, la procreación, etc. El momento
exacto y más adecuado deben distinguirlo los padres, pues de ellos es la
responsabilidad, ya que son los que mejor pueden explicarlo a su hijo. La
escuela puede colaborar, pero respetando el papel principal que la familia debe
realizar.
Ya desde los 10 años
(incluso antes) las niñas comienzan a preocuparse con el tema de “ser mujer”,
las relaciones con los varones, llegar a ser madres, la virginidad. Es muy
importante que la mamá se haya convertido en su amiga y confidente, que sea
ella la que le dé las informaciones, las respuestas y la ayude a formar el
corazón y los sentimientos para madurar correctamente. Lamentablemente hoy, pocas
mamás se consideran preparadas y creen que deben dejarlo todo en manos del
colegio.
A esta edad las niñas
pueden comprender perfectamente todo lo relacionado con su sexualidad y sienten
curiosidad porque están experimentando los cambios en su cuerpo. Tendrán
compañeras o amigas o primas que ya han llegado a la pubertad, algunas que
tienen novio o verán las parejas en el colegio y en los lugares de
entretención. Hay que hablar con ellas, explicarles todo con un lenguaje a su
alcance pero correcto, no creer que “eso ni se le ocurre” y menos aún “ya lo
sabe todo”. Nunca será bastante lo que se haga para educar en el verdadero
amor, en el valor de la castidad y virginidad como señal de respeto a sí misma
y de amor hacia aquella persona con la que se unirá en matrimonio.
A las madres y
educadoras o formadoras, puede servirles para iniciar el tema, dar una charla a
un grupo pequeño sobre los cambios físicos y fisiológicos que se viven en esta
etapa y dejar la puerta abierta a responder dudas personales cuando lo
necesiten. Siempre hay que superar lo puramente fisiológico o biológico; en
toda respuesta, en toda conversación hay que llevar hacia la formación del
corazón, de sus afectos y de la valoración y respeto de su cuerpo y corazón.
Objetivos de la
educación sexual en esta edad:
- promover el desarrollo armónico e integral de
la persona como valor en sí mismo, aceptando su propia sexualidad
- favorecer una actitud abierta hacia los demás
frente a las tendencias del egocentrismo y aislamiento, dado que aceptar y
vivir la sexualidad plenamente es reconocer a nuestro ser como ser en
relación y apertura al otro
- favorecer el respeto a la dignidad humana del
varón y de la mujer, con el reconocimiento de la igualdad de derechos en
el orden político, económico y legal, tanto en la familia como en la
sociedad
- promover el conocimiento de los procesos
físicos, psicológicos, sociales y éticos relacionados con la sexualidad
- conocimiento de los abusos y desviaciones como
protección contra los mismos
- ayudar a eliminar temores y angustias
relacionados con el desarrollo y ajuste de lo sexual, preparándolo así a
la llegada de la pubertad
- lograr una educación que cree confianza,
educación no sólo sexual, sino general, que ayude al niño a inclinar su
naturaleza hacia el bien
- promover el sentido de responsabilidad en la
realización personal de la propia sexualidad, en sus dimensiones personal
y comunitaria
- acompañar al niño en esta etapa para que pueda
establecer y mantener el orden de valores y evite la concentración en la
esfera sexual, éste es el momento, porque una vez que el niño entra en la
pubertad experimentará con mucha fuerza sentimental su sexualidad, y le
será más difícil ser objetivo y abrirse a confidencias con los padres
- llevarlo a hacer una opción de vida en la que
la pureza y la decisión de vivir su sexualidad adecuada e integralmente
vaya siendo hecha por el niño o pre-púber de forma personal y por
auto-convicción
- continuar con la formación de valores
religiosos, morales y humanos, son la base sobre la cual es posible
construir el edificio de una personalidad integrada con su sexualidad de
forma natural y sana
Algunas
consideraciones:
- los niños deben ir conociendo su sexualidad
poco a poco hasta su pleno descubrimiento en la adolescencia
- la familia es el principal educador de los
niños en la sexualidad, y en ella, los padres.
- la educación sexual debe insertarse en orden a
una completa formación moral de los niños y jóvenes, buscando formar una
actitud sana hacia la sexualidad humana, basada en el respeto a la dignidad
de la persona, en la virtud de la castidad y en la práctica de la
autodisciplina.
- en la familia, la educación sexual no necesita
programarse; debe hablarse de ella en el momento adecuado, siendo la
enseñanza ocasional en muchas ocasiones la más eficaz
- la base de la educación sexual exitosa en la
familia es la relación de confianza entre padres e hijos. Si los niños y
adolescentes se sienten libres para presentar sus dudas a los adultos y
saben que recibirán atención y una respuesta verdadera, siempre acudirán y
buscarán en ellos la información necesaria
- una estructura familiar sana es uno de los
mejores maestros de sexualidad para los niños y los adolescentes
- los educadores deben colaborar con los padres,
intentando involucrarlos en los programas que se siguen en la escuela
- maestros y padres enseñan más por el
testimonio y ejemplo que por las palabras
Medios que pueden
utilizar padres y formadores:
- en las conversaciones utilizar términos
correctos, sin convertirla en una disertación científica.
- unir sexualidad y afectividad: el amor entre
un hombre y una mujer es el fundamento y razón de la vivencia de la
sexualidad en el matrimonio
- tratar al final de la etapa, principalmente
con las niñas los temas de la virginidad, la homosexualidad, las relaciones
pre-matrimoniales; sin detalle, sino desde el punto de vista de la
vivencia del verdadero amor (hay personas que no han aprendido, porque no
se les explicó, que la vivencia de la sexualidad verdadera, necesita
esperar a la persona con la que unirá su vida para formar una familia, que
es verdadero amor el que sabe esperar y respetar al otro y el que no busca
satisfacer el propio egoísmo sino darse a los demás, etc. Ideas como estas
van calando en la mente y el corazón de los niños y, aunque después se alejen
o se dificulte el diálogo, están ahí y saldrán en los momentos adecuados)
- es importante reforzar el mensaje sobre la
necesidad de vivir el pudor y el cuidado del propio cuerpo y la propia
intimidad. En general lo que ven en la publicidad y en los lugares
públicos se opone a esto, es importante ir ayudando a los niños a crear su
propia opinión y decisión, y no dejarse llevar por el ambiente. Por esto
es tan importante ayudar a los niños a formar correctamente su conciencia.
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1 Madurez y sexualidad.
Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 72 y ss.
2 Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales. Una respuesta pastoral. Consejo Pontificio para las comunicaciones sociales, 9 – V – 1989, n.24. (Citado en Madurez y sexualidad. Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 85)
2 Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales. Una respuesta pastoral. Consejo Pontificio para las comunicaciones sociales, 9 – V – 1989, n.24. (Citado en Madurez y sexualidad. Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 85)
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