Cuando
llega el dolor
Nadie esta exento del
dolor. El dolor puede ser provocado por la enfermedad biológica, emocional,
mental, la muerte de un ser querido, el abandono de hogar, etc.
El dolor nos acompaña
toda nuestra vida, y ciertamente nos hace pensar en la finitud, en lo débil y
vulnerables que somos como seres humanos.
El dolor a los seres
humanos nos puede llevar al sufrimiento, pues nos mueve la conciencia y es en
la conciencia donde Dios nos habla y nos interpela.
La realidad del
sufrimiento plantea una pregunta sobre la esencia: ¿qué es el mal?. La
respuesta cristiana a esta pregunta es distinta a la que plantean algunas
tradiciones culturales y religiosas. Desde el concepto cristiano, el hombre
sufre a causa del mal, que es una cierta falta del bien; es decir que el hombre
sufre a causa del bien del que el mismo se ha privado. (Salvifici Doloris 2)
Todo hombre que sufre
se pregunta: ¿por qué? -es una pregunta sobre la causa- y al mismo tiempo,
¿para qué? -es decir por su sentido o su fin.
El dolor debería ser
erradicado, a los enfermos se les puede evitar sentir dolor pero no siempre se
les puede evitar el sufrimiento, porque va más allá de lo tangible.
Cuando llega el dolor
debemos acudir a los diversos medios que la medicina nos ofrece, los avances
han sido- gracias a Dios y a los científicos- muy numerosos, pero el
sufrimiento es también terapéutico, es sanante.
Cristo no escondía a sus oyentes la necesidad del sufrimiento. Decía “el
que quiera venir detrás de mí...cargue con su cruz cada día” (Lc.
9,23). De manera que nos toca unir a Cristo los dolores y sufrimientos que
tenemos en esta vida. Será saludable si lo hacemos en espíritu de oración, con
actitud de entrega y confianza a Nuestro Señor.
P.
Alejandro de Jesús Álvarez Gallegos
Coord.
Diocesano para la Pastoral de la Salud
pastoralsaludyucatan@hotmail.com
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